DESTINO
DESTINO
Corrían los años sesenta, época que Lisandro y Marta eran compañeros en la facultad de medicina en Capital Federal.
Se conocieron en un examen y descubrieron que ambos alquilaban un departamento en el mismo edificio sobre la calle Marcelo T. de Alvear, a media cuadra de la facultad de odontología.
Rápidamente entablaron relaciones, decidieron conocer sus familias y comenzar un noviazgo, que apenas duró meses. Era como que el tiempo los devorara, como que la vida en ellos solamente era estar juntos.
Así fue en el cuarto mes se comprometieron y se casaron. Decidieron irse de luna de miel en un tour a través del Amazonas hasta llegar al Machu Pichu Perú.
Era tal la felicidad que tenían que vivían a los arrumacos y tomados de las manos. El mundo solo existía para ellos, pero él siempre se medicaba con un comprimido, según decía, era para su migraña. Una noche se habían acabado los comprimidos, él comenzó a tener variaciones que iban de las lágrimas a golpes de puño. No soportaba que le hablaran de nada y más aún se ensañaba a discutir sobre todo lo que se decía.
A otro día, ella muy preocupada, se entristeció más al verlo a Lisandro tratando de romper el regalo que le había hecho su madre, entonces Marta entendió que algo no estaba bien, era algo que no sabía de él y comenzó a temer, poco a poco desfalleciendo de pena.
Buscó el remedio pero en ninguna farmacia de los pueblos donde el tren que los transportaba paraba hasta llegar a Lima Perú. En la última estación encontró una gran farmacia, decididamente se dirigió a ella y pidió hablar con el farmacéutico a cargo de la misma. Este la atendió amablemente, mientras tenían que esperar que llegara el micro que los llevaría a destino.
---Él le dijo que debía ver a un médico porque el medicamento que ella le solicitaba para su esposo solamente se vendía bajo receta archivada.
Muy preocupada comenzó a preguntarle---¿Qué? ¿cómo era posible?---Y continuó--- si apenas según su esposo era como una aspirina para el dolor de cabeza que le producía la migraña.---Le comentó también--- que ella estaba en primer año de medicina y que aún no entendía mucho sobre ciertas patologías y medicamentos, pero que su marido sí, porque había finalizado la carrera y estaba presentando la tesis para obtener su título.
---Entonces gentilmente el farmacéutico le dijo,--- que la enfermedad que tenía su esposo y de acuerdo a lo que ella le comentó era muy delicada y que se trataba de una esquizofrenia muy agudizada y que estaba avanzando muy rápidamente por la falta de la droga.
Muy triste Marta se retiró y le dijo al marido que deberían volver por su bien ya que sería contraproducente seguir con la luna de miel, que ya de por sí se había convertido en un escalofrío. En ella la miel se había transformado en una vil hiel que cada vez que veía a su amado sufrir le atravesaba el corazón.
Consternada al ver su amor destruido, sabiendo que ambos se amaban, no entendía el por qué de esta situación, que el calló y guardó su enfermedad tras el espectro de una droga, que indudablemente había comenzado a destruirlo totalmente, sin haber siquiera disfrutado del intenso amor que los unía.
Esa noche en el cuarto del hotel con vista a la plaza de Lima fue una pesadilla. Marta sin dormir. Él pálido con sus ojos grandes mirando un punto fijo sin expresión pronunciando palabras confusas, y de pronto se levanta, observa la mesa e indica a su invitado tomar asiento imaginariamente, solo él era su intérprete.
Esta situación dio lugar a que también Marta comenzara a tensionarse de tal manera que enfermó de su estomago.
Esa tarde consiguió cambiar el pasaje con un turista que quería quedarse unos días más en Perú, emprendiendo el regreso inmediatamente a la Argentina en la estación que estaba en los límites de Bolivia, donde tomaría un transporte directo a Buenos Aires para ver si podía salvar a su esposo y su nido de amor que estaba doblegado por el dolor y la enfermedad.
Lisandro seguía incauto dentro de sí como si nada de lo que pasaba pasara, pero si cada vez más denso su duro carácter, era como si el tiempo amalgamara el espacio limitando hasta el aire ahogando en llanto la respiración de Marta.
Así fueron pasando las horas, los días, hasta que llegaron. Allí el hermano de Marta los esperaba en su auto no permitiendo que regresaran en un Bus.
Apenas ingresaron en la ciudad internaron a Lisandro en una clínica especializada en enfermedades psiquiátricas y de trastornos neurológicos. Ella destruida regresó con sus padres para descansar de la travesía y al otro día estar nuevamente con su esposo, acompañándolo en su agónica enfermedad.
Ya pronto al recuperarse Lisandro, el médico le pidió a Marta que tratara de alquilar una casa donde hubiese espacio verde cerca, así todos los días su marido pudiera salir a caminar bajo el sol y cada tanto sentarse debajo una sombra para descansar.
Fue así que resignada pero siempre con la esperanza de que pudiere controlar su enfermedad Lisandro; Marta apostaba permanentemente. Así que Marta puso manos a la obra, salió a buscar junto con su hermano. Eran muy amigos. Esa tarde les llamó la atención una casa ubicada en calle Yerbal y Fray Cayetano Rodríguez, se acercaron y los atendió una señora que se identifico como Mary. Era una casa antigua y grande. Una vez en su interior Mary les comentó que había en el altillo una amplia habitación, un amplio baño al lado de la misma y una cocina al frente. El patio era prácticamente todo su techo, sin riesgo porque estaba limitado con paredes o terminales en caño.
---Marta preguntó---¿Y por qué no en el primer piso o planta baja? Que lo mismo tiene balcones que dan a la Plaza Flores.
---No---dijo Mary y continuó,--- lo que ocurre que el Maestro Migré usa el espacio para sus actores, alumnos y prepara las obras.
Invadida por la curiosidad Marta pidió ver el departamento al aire libre y cuando subió se enamoró de él e inmediatamente lo alquiló.
---Preguntó de la antigüedad de la vivienda, y quienes vivieron en ella.
--- Mary contestó--- del General Rosas, el supo vivir aquí en épocas de su apogeo.
Marta se dispuso a comprar ropa nueva y acomodar su morada para traer a su esposo y poder antes de ir a la facultad nuevamente disfrutar de su amor.
---Al buscarlo le dijo,--- Amor a disfrutar de nuestro nido de amor donde ya lo pasado no está solo debemos vivir nosotros nuestras pasiones y muestra felicidad y apenas te recibas abriremos un gran consultorio para que atiendas a los pacientes y apenas yo lo logre pondré junto a él el mío, y nunca nada ni nadie nos separará.
Él Aún un poco débil por la internación sonrió y la tomó de las manos y juntos caminaron y caminaron felices hasta llegar después de dos horas a la casa que por el momento vivirían construyendo sus sueños.
Esa noche fue la mejor noche desde que se casaron, era felicidad, amor, armonía, esperanza, era todo, no se podía expresar de otra manera la felicidad que los inundaba.
Al otro día, ella tenía que ver su madre que estaba enferma de reuma y acompañar a su papá a ver el oculista, hasta que su hermano llegara de trabajar y la llevaría nuevamente con su esposo.
Él feliz nuevamente había comenzado a repasar las monografías que poco a poco olvidara por la situación que pasó. Distraído por la gran felicidad que lo embargaba, olvidó tomar el coctel de pastillas que debería tomar hasta su recuperación parcial, que ya era suficiente, porque la enfermedad que padecía no tenía ni tiene cura. Comenzó a leer los apuntes pero también a sentirse mareado, quiso ponerse de pie y tubo que agarrarse de la cortina de la habitación cayendo con ella al piso, quiso reaccionar pero era tarde no había espacio para errores, y se olvidó quien era, comenzando a vivir otra vez su enfermedad conversando con seres que solo él veía, feliz en su estereotipo tomó un cuchillo y nombrándose a cargo de sus fuerzas cortó sus venas mientras conversaba y por último tomó la cortina y se colgó del cuello en el marco de la puerta usando una banqueta de madera que tenía a la orilla de la misma, feliz y sonriente. Valla a saber porqué o cual era aquello que lo convenció que estaba bien lo que hacía.
Cuando Marta por fin llegó, traía en sus brazos un hermoso peluche de tigre, porque a él le gustaba tenerlos de adorno en las sillas. Al ver macabro espectáculo cayó de rodillas abrazada al peluche y comenzó a sollozar de terror y angustia, ya su vida se había acabado. Marta fue internada con pérdida del habla y demencia hasta el día de su muerte.
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