Del Teatro del Silencio al Parnaso

Al Poeta Juan Ramón Molina

Amanece, los rayos del sol,
iluminan la gran ciudad.
Al occidente del Río Choluteca,
dondeComayagüela es flor.

Danzan las Guacamayas
en el ocre otoño, anunciando
en el faldeo del Picacho que se alegra,
sabiendo de la llegada del gran literato



La brisa casi fría del próximo invierno,
promete bellas orquídeas de la Virgen.
17 de Abril fecha de nostalgias y tiempo.
1875, tributos del alma que emergen.

Tu pasión en las letras y la política.
Elogios vivos de Rubén Darío,
Y salutación a los Poetas Brasileños.
Que rosas, espinas y lágrimas cual amalgama.

España y el “ABC, Madrid y su obra.
El Águila, como Castelar alabo.
Sinergia de principios en el alma mía,
cuando entiendo de grandezas en el tiempo.

Admirador de William Shakespeare
Tu corazón palpita entonando tus sonetos
Que el Rey Lear, Yago, Ofelia, y más latente
El cuento El Chele palpitando en momentos

De la mano de Terencio Sierra, el candidato.
Truncó tu libertad de expresión y amistad.
No importó para él tu dolor, y la penuria llegó.
Hambre soledad y alcohol en desidia.

Renueva la esperanza y al camino,
con fuerza enaltece la apuesta.
El Presidente Bonilla y Turcios,
apoyan  la nueva  apuesta.

Resurge su vida como los grandes-
Renueva sus amistades tras la memoria.
Rubén Darío de Nicaragua y Oda a Mitre,
al tercer congreso Iberoamericano y viva.

En Europa conociste a Santos Chocano,
de finuras llenó tu alma y dio letra.
La Niña de la Patata, Bahía de Río de Janeiro,
Pernambuco y la caída de Bonilla.

Nuevamente el exilio y la historia repetirá,
el delgado sendero del dolor y el olvido.
La grandeza de tu alma es lastimada,
y lo social ante tu sensibilidad te doblegó.

Visionario oculto en un estrecho mundo.
La época avizoraba el final de la etapa.
La precaria condición despacio lo atrapó,
y la necesidad junto a Otilia Matamoros lo cegó.

Anunciaste tu partida como fuiste,
un grande entre lo pequeño del mundo.
Tu poema después que muera lo hiciste,
tras una lágrima que surcó tu rostro.

Seguro como siempre, y rodeado
en tus sueños, dejaste sublime enseñanza.
En una caminata por maculhuaca de San Salvador,
el 1º de Noviembre de 1908, era domingo.

Mientras las guacamayas lloraban.
Las orquídeas tristes se marchitaban,
el sol ocultaba sus rayos tras grises nubes,
que auguraban una partida tras la grandeza.

Tu corazón apagó su tic tac para descansar.
Si puedo decirte grande entre los grandes,
y decir a los cuatro vientos tu grandeza.
Hace más de cien años, pero hoy vive.

Uno de los más grandes poetas,
que ha dado nuestra América Central.
Hijo de Honduras su madre patria.
Juan Ramón Molina un grande entre pocos.




















                                                Cuando Acaricio Tu Rostro

En la inmensidad de tu grandeza,
tomo la pluma y dejo fluir tu sentir.
Propongo desde mi corazón, para
darme cuenta que eres mi diario vivir.

Tu cuerpo bello en la inmensidad,
recorren mis ojos y ubican tu rostro,
que de tus contornos trascienden e iluminan.
niña trémula, América latina es tu nombre.

Cuando escribo acaricio tu rostro,
y entre mis manos tomo el bandoneón,
escribo tu nombre y nacen notas  musicales
del alma mía eternas y ancestrales.

Cuando acaricio tu rostro delicado,
de sutil y viva porcelana fresca.
Una suave e interminable brisa tierna,
recorre mi existir y mi cuerpo.

Palidece encaprichada la noche.
La música penetra  tras el silencio.
Tus ojos cual verde aterciopelado,
brillan como dos esmeraldas en la noche.

Tertulias de recuerdos  olvidados.
Poetas de aquí y de allá, transitan
tus largos caminos celosos de su destino.
Hoy más que nunca habla tu humildad.

Cuando acaricio tu rostro, y observo
como tu sonrisa envuelve la mía,
y tu corazón resuena en el mío.
Capricho de bandoneón y pasión.

Remembranzas, tu extensión lo amerita.
Sentimiento de sentimientos absortos,
sentimiento del Inca al Shelk’nam.
Vastos territorios sometidos en libertad.

Cuando acaricio tu rostro niña,
y tu mano toma la mía, ennoblece
mi sentir, y en tí me engrandece,
el jugar tus juegos y disfrutar tu alegría.

Cuando acaricio tu rostro, veo
el mío disfruta de ser el tuyo.
Mí corazón palpitar de nuevo quiso,
en un incansable renacer del tiempo.

Cuando escribo acaricio tu rostro
Cobijo la necesidad de estar y de ser,
compartiendo todo y por que no,
la misma vida junto a ti en un instante.

Niña de donde fueras en el alma mía.
Música, tamboril, dos por cuatro y bandoneón.
Cobijo y ternura de  la diversidad eterna pasión,
que comprendes bandoneón de mi vida.

Si cuando te miro acaricio tu rostro,
La diversidad musical compagina el presente
y entre mis viejas manos te tomo,
y nacen notas  musicales,
del alma mía eternas y ancestrales. 


El silencio de dos voces

Dos voces en el silencio de la vida alegran la existencia, y sus notas musicales forman la orquesta sinfónica jamás vista. Sus preludios invaden el sentimiento y proclaman el amor vivo en el sentir de una mujer enamorada cual  sonata nocturna, despertando al son del violín y el canto de las ninfas ocultas en el secreto de amar en la inmensidad, y la diminuta existencia en un instante eterno en la pasión de  la verdadera necesidad de sentirse amada.




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